La explosión de esta central provocó en su momento la muerte de 31 personas, y la evacuación de cientos de miles de afectados. Extensas áreas permanecieron deshabitadas durante años. Pero los humanos no fueron los únicos que sufrieron este desastre. Los pinos de un área de cuatro kilómetros cuadrados en las cercanías del reactor adquirieron un color marrón dorado y murieron, dando lugar al llamado "Bosque Rojo". Además, en un radio de unos 20 ó 30 kilómetros alrededor del reactor se produjo un aumento de la mortalidad de plantas y animales.
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