Desde hace unos días estaba pensando en lo difícil que puede ser la academia para la salud mental de las personas. Hago una tesis doctoral, así que estas cuestiones inevitablemente me atañen. Y justo la semana pasada se publicó en este diario un artículo muy interesante que da cuenta del abuso y explotación laboral que sufren los doctorandos que tienen becas, a manos de sus directores de tesis. Es una realidad lamentable y recurrente en la vida académica.