La tecnología de reconocimiento facial es objeto de mucha controversia. La Unión Europea (UE), sin ir más lejos, aprobaba el año pasado en el Parlamento la prohibición del uso de sistemas de vigilancia masiva de la población basados en parámetros biométricos e Inteligencia Artificial (IA), entre ellos, el reconocimiento facial. Ya en este espacio abordamos el escándalo de cómo la compañía Clearview AI dispone de una base de datos de cerca de 3.000 millones de imágenes de rostros extraídas de internet sin su consentimiento. Pues bien, si se concibe esta tecnología como una vulneración de las libertades civiles, ¿por qué habríamos de querer aplicarla a las personas sin hogar? Pues hay quien quiere y ha desarrollado software específico para ello.