Dos meses sin comer y cuatro días sin beber. Más de 400 personas que viven de forma irregular en Bélgica iniciaron en mayo una huelga para exigir que se regularizase su situación y dejar de ser ciudadanos fantasmas. 60 días después, el deterioro de su estado de salud físico y mental ha forzado al Gobierno a llegar a un acuerdo con ellos.