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Del mismo modo que el vapor, la electricidad y la computación fueron los pilares las tres revoluciones industriales que han modelado nuestra sociedad, la cuarta se erige sobre la robótica y la inteligencia artificial. Los desafíos que plantean estos sistemas inciden en el campo ético y jurídico, entre otras razones porque la creciente autonomía de la inteligencia artificial puede romper los esquemas que tradicionalmente determinan la responsabilidad por daños.
En la búsqueda de posibles soluciones al problema, la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo ha considerado la posibilidad de reconocer personalidad jurídica a los sistemas de inteligencia artificial más avanzados.