En 1879 el polímata francés Gustave Le Bon escribió que “incluso en las razas más inteligentes” existían “un gran número de mujeres cuyos cerebros tienen un tamaño más parecido al de un gorila que al de los cerebros masculinos más desarrollados”. Siguió con su insulto con lo siguiente: “Su inferioridad es tan obvia que en este momento nadie puede negarla; lo único que vale la pena discutir es la magnitud de esta inferioridad”.
Hemos avanzado desde entonces, ¿verdad? Pero siempre que se intenta explicar la infrarrepresentación de la mujer en la ciencia vuelven a asomar, de distintas formas, una serie de mitos ridículos, sin importar lo refutados que estén. Ahora que se cumple un siglo del nacimiento de Rosalind Franklin, codescubridora de la estructura del ADN, por desgracia vuelve a ser necesario sacar a la luz los prejuicios que existen sobre los cerebros y capacidades de las mujeres.