Al principio, solo era el preservativo. La única forma de evitar la transmisión del VIH era utilizar profiláctico en las relaciones sexuales. Se sabía que funcionaba, pero se conocía también que no todo el mundo lo utilizaba y que había situaciones en las que no era efectivo (por ejemplo, para evitar la transmisión vertical, de madre a hijo). El resultado: los nuevos casos de VIH seguían creciendo. Este escenario -que hacía indispensable buscar una vacuna contra el sida- ha ido cambiando en los últimos años, a medida que se han descubierto nuevas estrategias que -siempre sumadas al uso del condón- aminoran también la extensión de la infección.