Con varios meses de retraso, la Comisión Europea cumplió con su promesa y presentó el día 23 de febrero el borrador de Directiva sobre diligencia debida de las empresas en materia de sostenibilidad. Bajo este título, sin duda complejo, se estructura una propuesta normativa presentada como "histórica" que afirma que su objetivo es conseguir que las empresas respeten los derechos humanos y el medio ambiente en las cadenas mundiales de suministro. Una meta nada fácil, máxime con una propuesta que, como era de esperar, se atasca en la enunciación de metas grandilocuentes, pero incluye mecanismos débiles, sin llegar a la altura de lo que la sociedad civil lleva décadas exigiendo. Más bien al contrario, si algo hace la propuesta de Directiva es evidenciar el temor de la Comisión a contrariar los intereses de las grandes empresas transnacionales.