Es curioso, porque cuando protagonizamos noticias de violaciones o feminicidios, la sociedad se pregunta si accedimos voluntariamente a irnos con el hombre en cuestión, o qué hacíamos en ese sitio y a esa hora, etc. Pero cuando la noticia es que no nos ha pasado nada ni queremos que nos pase, la sociedad se pregunta dónde nos hemos metido, o por qué no accedimos a irnos con un extraño.