Durante estos dos años, crecí humana e intelectualmente y tuve la oportunidad de interpelarme sobre la fundamentación de muchas de mis posiciones frente a temas de debate, a la vez que abrirme a nuevas opciones y adoptar una posición más libre y más respetuosa de la diferencia. Consolidé una posición antifundamentalista para entender que, en bioética, la argumentación y la contraargumentación, a la vez que la capacidad de llegar a acuerdos racionales que nos comprometan, son cada vez más importantes, no teniendo cabida los dogmatismos.
La riqueza intelectual del programa, gracias a sus creadores/as, líderes y docentes, es invaluable, al igual que la generosidad derivada de su filosofía, que nos permite tener acceso a mucha información, investigación y actividades durante y tras terminar el programa; éste es un elemento diferenciador. Los/as estudiantes y luego egresados/as quedamos perteneciendo a una familia académica reconocida en el mundo de la bioética moderna, lo que a su vez nos permite seguir aprendiendo, capacitándonos y tener la oportunidad de seguir en contacto con docentes y reconocidos/as tratadistas de la bioética.
Mil gracias por esta valiosa oportunidad. Espero ser un embajador del programa y de las actividades del Observatorio de Bioética y Derecho.