Ya hemos contado en muchas ocasiones cómo la prensa puede manipular sutilmente la realidad sin necesidad de mentir explícitamente. Una forma es silenciar los asuntos según interese. Otra, exagerar enormemente unos hechos y minimizar otros. También está el clásico recurso al miedo, que hurta a la sociedad la capacidad de pensar con mesura. Y hay otras maneras, como por ejemplo contar los hechos omitiendo o minimizando los datos clave para entenderlos o no llamar a las cosas por su nombre.