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Bioética y derechos - LA REPUBLICA

27.06.2010

Perú es un paraíso legal para investigadores científicos debido a la falta de regulación en ensayos clínicos. Dos madres piden justicia y recuerdan que la negligencia médica está a la orden del día y perjudica sobre todo a los más pobres y vulnerables.

Por Almudena Toral.

Cuando Diana Canessa entró a la sala de emergencias del Hospital del Niño el 15 de febrero de 2005 con un bebé de ocho meses gravemente enfermo de diarrea, nunca imaginó que su hijo sería usado sin su autorización como conejillo de indias en un ensayo clínico con arroz transgénico. Diana refiere que nunca dio su consentimiento, fue engañada y estafada. Su niño ahora sufre alergias provocadas probablemente por el experimento, y se le ha “regalado”, según la doctora Flora Luna, de la Asociación Médica Peruana, la posibilidad de tener en el futuro artritis, alzheimer o cáncer.

“Si en ese documento (el que firmó en el hospital) estuviese la palabra ´experimento´ yo no hubiera aceptado, así no tuviera plata”,  se lamenta Diana, de 28 años. “Se aprovecharon de mi necesidad, de la situación, de mi hijo, de que no teníamos dinero”, agrega.

Este caso vive en la frontera entre la ética médica y la bioética, dos disciplinas con bordes porosos aunque claves para hacer el cruce de la investigación científica y los derechos de los pacientes más justo y humano. “Hay una falta de bioética porque se ha violado el derecho a la autonomía de la voluntad. Para dar un consentimiento seguro tienes que tener toda la información”, dice el abogado Mario Ríos, de ForoSalud, y advierte que ocultar datos a los pacientes es frecuente en la práctica médica peruana. Diana expresa que la enfermera rellenó el formulario por ella, le aseguró que era un nuevo programa y que su pequeño iba a mejorar rápido. “Tienes que firmar, apúrate, mamita, porque ¡mira cómo está tu bebé!”, recuerda Diana que le dijeron. Nadie le explicó que era un experimento o de qué se trataba, y el protocolo en sí no tuvo oportunidad de leerlo, usaron un lenguaje técnico y evasivo.

Debido a la extremadamente laxa legislación peruana en términos de ensayos clínicos, el país se ha convertido en una suerte de paraíso para investigadores y laboratorios del hemisferio norte. “Los que quieren aprovecharse de la gente pobre, indigente, aquí tienen toda la oportunidad”, comenta Alexandro Saco, analista independiente que trabaja en temas de salud pública. La doctora brasileña y experta en bioética, Jussara de Azambuja Loch, puntualizó en su reciente paso por Lima: “América Latina, con su condición política, cultural y económica, ha sufrido algunas agresiones en términos de un doble estándar en relación, principalmente, a los ensayos clínicos”.

No es solo más barato realizar esta clase de investigaciones en países subdesarrollados como Perú, Saco precisa que al haber un marco legal muy distendido, los laboratorios encuentran más facilidad para el abuso impune. La doctora Flora Luna, ex presidenta de la Asociación Médica Peruana, denunció el caso de este ensayo clínico e indicó que la agencia gubernamental estadounidense FDA (U.S. Food and Drug Administration Agency) prohibió en tres ocasiones esta clase de experimentos médicos en monos. Eso sucedió antes de que los mismos se realizaran en Perú con recién nacidos. 

Transgénicos: polémica servida

Diana Canessa y Johana Sánchez están detrás de una denuncia que presentó en enero de 2010 el Instituto de Defensa Legal (IDL) contra el Estado peruano, después de que una acusación que la Asociación Médica Peruana presentó en 2006, fuera desestimada. Johana afirma que le pareció raro que ‘el Estado’ fuera tan generoso. Les dieron pañales, medicamentos, almuerzos y hasta balones y camisetas de regalo. “Yo no desconfié porque era el Hospital del Niño”, cuenta Johana. La diarrea de ambos niños mejoró a corto plazo, pero a los pocos días en un caso y a las dos semanas en otro, tuvieron que volver al hospital. Desde entonces, relatan las madres, los infantes son enfermizos y han desarrollado cuadros alérgicos extraños.

Un proyecto de investigación, a cargo de una entidad privada sin ánimo de lucro llamada Instituto de Investigación Nutricional (IIN) junto al laboratorio estadounidense Ventria Bioscience y la Universidad de California Davis, se realizó con 140 niños en el Instituto Especializado de Salud del Niño y el Hospital de Belén de Trujillo. Para tratar la diarrea usaron en un tercio de los niños una solución de rehidratación oral que contenía genes de proteínas humanas introducidos en arroz. Si bien no se sabe a ciencia cierta cuáles son los efectos del uso de este biofármaco en fase experimental, la polémica está servida.

“Estas variaciones en proteínas generan una alteración en el sistema inmune”, argumenta la doctora Luna. “A corto plazo desarrollan reacciones alérgicas. A largo plazo se describen enfermedades como artritis, alzheimer, inclusive cáncer”, comenta.
Otros médicos discrepan y consideran esta hipótesis alarmista. Al ser el alzheimer y el cáncer enfermedades que se desarrollan a largo plazo, es difícil demostrar su relación con los transgénicos. El doctor Ricardo Fujita, de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Martín de Porres, es un ferviente defensor de los mismos. “Yo creo que este ensayo fue positivo porque vi los resultados científicos”, afirma. “Este trabajo no tiene nada de criminal porque va a ayudar a gente pobre, pero hay personas que se dicen científicos que están atrasando al país y le tienen tirria al avance de las nuevas tecnologías”, acota.

¿Progreso científico o violación de derechos?

El avance científico ha de venir de la mano de un robusto debate social de acuerdo a María Casado, directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona y titular de la Cátedra Unesco de Bioética de la misma universidad. Y no debe violar los derechos fundamentales de los pacientes. “Desde un punto de vista político-jurídico lo que importa es que los científicos nos expliquen qué hacen”, afirma Casado.

La bioética se inició hace unos 30 años en países anglosajones postulando principios y autonomía de la persona entendida como un ser individual, explica la experta. Los países latinoamericanos han aportado a la disciplina el enfoque de justicia social y la inclusión del factor pobreza. “Un tema importante en Latinoamérica es el tratamiento de la vulnerabilidad”, señala y explica que hay que suministrar información adecuada, sobre todo a minorías y poblaciones vulnerables.

Vacío legal

Estas dos madres piden justicia y un seguro de salud de por vida para sus niños. “También luchamos por los derechos de los demás”, expresa Sánchez. El Perú no cuenta actualmente con legislación apropiada sobre ensayos clínicos. La ministra de salud Pilar Mazzetti promulgó una el año 2006, acorde a las normas internacionales. Ofrecía a los peruanos que se sometieran a ensayos clínicos información adecuada en su idioma nativo y un seguro de salud completo. El sucesor de Mazetti en Salud, Carlos Vallejos, modificó la ley en enero de 2007 y eliminó la condición del seguro médico y muchos otros artículos, convirtiendo al Perú en un destino muy atractivo para la experimentación científica. “Este ministro era uno de los médicos que hacía ensayos clínicos y uno de los principales investigadores en temas de cáncer”, señala el analista Saco. “Había obvios intereses”, reafirma.  La bioética en este sentido, según la doctora Loch, no solo se refiere a temas como la eutanasia o la experimentación con células madre, sino también a la provisión de información adecuada y al trato respetuoso y cercano de los pacientes. Y esos escasean en países del tercer mundo, donde los abusos pasan desapercibidos y los derechos se olvidan con frecuencia. “No porque sea de bajos recursos se pueden aprovechar”, opina turbada una de las madres. “Vivo con la incertidumbre de no saber qué le pasará a mi hijo más adelante”, agrega.