En un mundo hípermercantilizado, poblado por jóvenes que buscan inversores en cualquier esquina de Silicon Valley (o en un Starbucks, que resulta más cool), y repleto de aspirantes a empresarios (ahora llamados emprendedores) que quieren ser el nuevo Zuckerberg explotando una idea parecida a la que ya tuvo el Zuckerberg original, regalar tus creaciones es ser un forro (en el sentido argentino del término, por supuesto).